viernes, septiembre 06, 2013

"Baños Roma" Puesta en escena

“El arte, cuando es bueno, es siempre entretenimiento” decía el dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht, y vaya que la obra de teatro que presencié el pasado jueves 29 de agosto del año en curso cumple con dicha descripción.

Lo primero que alcancé a percibir fue un fuerte olor a pintura de color blanco, que perduró hasta muy avanzada la obra. Además, la puesta en escena tiene diversas líneas de tiempo y es muy interesante cómo, en un inicio, parece que la historia se basara únicamente en los actores y que éstos fueren los protagonistas; sin embargo, conforme se van integrando diversos elementos, es posible percatarse que más bien trata del boxeador Mantequilla Nápoles.

Los componentes, que a simple vista no son tan notorios, llamaron mucho mi atención. Un ejemplo es un monitor que estaba del lado derecho, en el cual se mostraba el paso del tiempo, y a como entendí, sería el correspondiente a cada round y el descanso para el boxeador. Me sorprendió el uso de cámaras y proyectores, que eran utilizados para mostrar fotografías, partes específicas del escenario o a los mismos actores narrando la obra.

Una cuestión interesante fue la interacción entre actores, ya que se usaba la oratoria para relatar, pero conforme iba avanzando la historia, el que estaba hablando primero bajaba la voz gradualmente, hasta el punto de no escucharlo, esto mientras otra persona comenzaba hablando muy fuerte, haciendo que las dos voces se juntaran; cada uno, es importante mencionar, hablando de algo distinto.

De acuerdo a lo que hemos analizado en clase, la obra es una mezcla clara de la alta cultura y la cultura popular. Es indudable que Vargas Llosa usaría los calificativos más críticos para hablar de la misma y de cómo es una ofensa a la primera, aun cuando se mencione en repetidas ocasiones al escritor Julio Cortázar, a quien Ernesto Sábato describiera como “un magnífico cuentista y un brillante escritor”. Por el contrario, Gilles Lipovetsky aseguraría que “la semilla del desplome de la estética y de la alta cultura está dentro de la propia alta cultura”.

Dejando un poco de lado el diálogo entre estos escritores, quisiera hacer mención del performance de las actrices al bailar, cómo se simboliza de manera cruda a las muertas de Juárez, y el ataque a la sociedad mexicana en cuanto a los perros callejeros; éstas fueron cuestiones que me dejaron estupefacta y tocaron una parte muy sensible dentro de mí que logró enfurecerme y entristecerme hasta las lágrimas, que no es muy sencillo de lograr.

Cabe mencionar que la puesta en escena está repleta de muchos otros símbolos como la canción Lágrimas Negras de Miguel Matamoros, la cual, a decir verdad, no conocía pero me llevó en un viaje en el tiempo hasta la época del Mantequilla Nápoles. Asimismo, se habla de cómo una ciudad tan viva como lo fue Ciudad Juárez en aquellos años, es ahora un desierto que ha sido arrasado por la violencia y el narcotráfico; dicha denuncia la hacen a lo largo de la obra, a veces de manera oculta, pero la mayoría de forma evidente.


Finalmente, quedé maravillada con la puesta en escena: el trabajo de los actores fue estupenda y, si me lo preguntaran, iría a verla muchas veces más. En la encuesta que me entregaron me preguntaron si asistía a otros eventos culturales y con qué frecuencia, al responder me percaté que quiero estar más en contacto con el teatro, cuestión que he dejado a un lado por la escuela y el trabajo; además, gracias a la misma, quedé sensible y atrapada por la música de antaño.