Hace mucho rato que no escribía. Hay veces en las que no sé cómo poner en palabras lo que siento. Pero ahora quiero decir taaaaantas cosas. Quizás recuerden cuando hablé acerca de un amigo al cual quería mucho desde hace dos años. Desde entonces, había estado deseando poder salir con él para platicar y pasar un buen rato. Los días, meses y años pasaron.
Cuando creí haber perdido la esperanza de nuestro reencuentro, quedamos en salir. Las 2 primeras citas fueron como las que he tenido con mis amigos: platicas, ríes, haces bromas, disfrutas el tiempo que estás con la persona, pero hasta ahí.
La tercera, y he de aclarar que fue la última, las cosas pasaron de forma similar. Sólo que la diferencia fue que mientras estábamos sentados acabando de comer una buena cantidad de pasta que él había preparado, de la nada sacó el tema de nuestra relación.
Para ser sincera, me sacó mucho de onda que me lo dijera después de dos citas en las cuales hubieramos podido aclarar las cosas y no tenerme con la duda. El punto es que ninguno de los 2 se quiere embarcar en una relacion amorosa a distancia. Porque como bien conocemos, hay un dicho y es: Amor de lejos es de pen...sarse. A ambos nos gusta estar junto a la persona que nos gusta, no a kilómetros de distancia.
Entonces fue que quedamos que andaríamos en un tipo de noviazgo (que yo lo veo como amor de verano y nada más) hasta que cada quien regresara a su casa y las cosas volvieran a la normalidad: estrés por la escuela, exámenes y bla bla bla. Cuando terminamos de platicar todo esto, él me dio un beso en la mejilla. Nos quedamos mirando un buen rato y él se aventó a darme un beso, denominado kiko.
Sonó el teléfono y fue a responder. Era su padre, y se estuvo ahí un buen rato. Cuando colgó, ví que mi reloj marcaba las 6:00 y tenía que estar a las 7:00 en otro lugar. En el métro, a diferencia de antes, nos portamos como si nada, nos portamos como en las 2 primeras citas. De la nada me dijo: Tengo sueño y me voy a dormir. Me quedé sacada de onda, porque para esas fechas yo no sabía si tendríamos el chance de vernos otra vez.
Como él estaba sentado enfrente, parecía que yo venía sola y cuando volteo, un tipo bastante guapo me sonrió y cuando se iba a acercar, resulta que el otro se despierta de la nada, se sienta a mi lado y me dice: ¿Quieres escuchar música? Pero yo escojo, ¿eh? Mi respuesta fue un sí, la verdad me daba igual. Decidí no volver a voltear por respeto, pero de reojo ví que el tipo ya estaba en su celular y escuchando música.
Al llegar a nuestro destino, las cosas seguían igual. Sin embargo, le di un abrazo con el pretexto de que no sabía si lo volvería a ver. Él accedió y no se fue enseguida, nos quedamos como novios de pueblo 20 ó 30 minutos más platicando en la puerta.
Mi plan era regresarme a la semana siguiente de lo que les cuento, pero por azares del destino, me tuve que regresar 4 días después. Él no me envió ningún mensaje porque trabaja y no tiene tiempo ni para alcanzarse las orejas, así que le hablé justo unos minutos antes de regresarme a mi casa.
Él me preguntó porqué no le había avisado, para que pudiera acompañarme. Y fue ahí cuando le dije: Mira tu trabajo te absorve mucho, aunque te lo hubiera dicho, no habrías venido.
Ví que la cola para irnos, y en la que estaba formada con una amiga, estaba avanzando así que él me quería decir algo importante pero le dije: Ya me lo dirás, mientras tanto, bye. No esperé a que se despidiera, como siempre, porque yo ya me tenía que ir y no quería que los sentimientos afloraran más.
La mitad del camino me lo pasé llorando, pensando en qué fue y qué hubiera podido ser si yo... si él... o cualquiera de los hubiera dicho o hecho algo. La otra mitad comí y dormí. Desde mi regreso, que se va a cumplir una semana, sólo he vuelto a llorar una vez.
Ahora... lo estoy comenzando a olvidar. Me asusta mi propia reacción. Y a pesar de todo, seguimos en contacto... Pero... no siento lo mismo que antes. Ya no tanto.