Para ser honesta ya no sé qué pensar. Mi mente dice: ¿Habrá en realidad algo en qué pensar?
Siempre he sido una mujer muy independiente, pero no entiendo por qué te desapareces para volver a irte. ¿Qué pretendes?
Me duele que me trates así. ¿Qué soy para ti?
No me gusta que pretendas que no tienes sentimientos. ¿Te importan los míos?
Estoy cansada. Si así va a ser de aquí para adelante, preferiría que lo dejáramos morir. ¿O es que ya está muerto?
Pensé que eras diferente, pero para no ser lastimado me estás machacando sin compasión. ¿Será que en verdad no te das cuenta o que prefieres ignorarme?
¿Será que en verdad sientes algo? ¿Será que tienes miedo a decirme que no te intereso?
No te entiendo y, juro, lo estoy intentado. Procuro ser paciente, pero al parecer sigo siendo la niña traviesa que quiere todo al instante. No pretendo herirte, quiero conocerte, pero haz hecho lo posible por armar una pared de un tamaño gigante y que entre tanto vaivén no he podido escalar.
Quizás estoy dando vueltas en círculo. Ahora sólo puedo pensarte. Si vas a quedarte, demuéstrame que quieres hacerlo, si no, mejor sé sincero, que yo puedo entender de razones, pero si no me dices qué pasa, entonces no puedo hacerlo.
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