Hace aproximadamente un mes escribí acerca de Omar. Un chico que logró conquistarme con detalles pequeños, pero a quien hoy tengo que decir adiós.
Es difícil, porque sé que todavía lo quiero y me gustaría estar con él. Aún quiero compartir con él las cosas que hago y mis sueños.
Pero, ¿de qué va mi decisión?
La verdad, queremos cosas muy distintas a futuro: él niños y yo perros; él una relación seria y yo libertad; él permanecer en México y yo partir a otras tierras lejanas e inciertas.
¿Para qué pedirle que permanezca con alguien tan distinto? ¿Por qué joderle la vida a costa de mi propia felicidad?
Yo no soy así, prefiero verlo partir, un tanto cabizbajo, pero tranquilo porque sabe que le he dicho la verdad; él sabe que lo quiero [y mucho], pero que nuestras diferencias son irreparables. Nos acabaríamos destruyendo.
La tarde está soleada, no parece una tarde para decir adiós. Y por tanto, como siempre, he dejado la puerta abierta para que pueda regresar cuando le plazca. Claro, ese regreso sería de amistad y compañía.
Quiero continuar siendo libre lo más que se pueda y espero él encuentre el amor que se merece.
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