viernes, mayo 02, 2014

Hasta luego, corazón.

Hace aproximadamente un mes escribí acerca de Omar. Un chico que logró conquistarme con detalles pequeños, pero a quien hoy tengo que decir adiós.

Es difícil, porque sé que todavía lo quiero y me gustaría estar con él. Aún quiero compartir con él las cosas que hago y mis sueños.

Pero, ¿de qué va mi decisión?

La verdad, queremos cosas muy distintas a futuro: él niños y yo perros; él una relación seria y yo libertad; él permanecer en México y yo partir a otras tierras lejanas e inciertas.

¿Para qué pedirle que permanezca con alguien tan distinto? ¿Por qué joderle la vida a costa de mi propia felicidad?

Yo no soy así, prefiero verlo partir, un tanto cabizbajo, pero tranquilo porque sabe que le he dicho la verdad; él sabe que lo quiero [y mucho], pero que nuestras diferencias son irreparables. Nos acabaríamos destruyendo.

La tarde está soleada, no parece una tarde para decir adiós. Y por tanto, como siempre, he dejado la puerta abierta para que pueda regresar cuando le plazca. Claro, ese regreso sería de amistad y compañía.

Quiero continuar siendo libre lo más que se pueda y espero él encuentre el amor que se merece.

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